17 mayo 2016 . Isabel de la Mata.
La búsqueda de nuevos medicamentos y de estructuras moleculares novedosas con fines terapéuticos se ha incrementado considerablemente en los últimos años.
La existencia de enfermedades para las cuales no existen medicamentos efectivos, la resistencia de los agentes patógenos, los avances en las técnicas de biología molecular que han propiciado la identificación de un número cada vez mayor de moléculas “blanco” y la correlación de anomalías estructurales y funcionales a nivel de receptores y canales iónicos con diferentes patologías, son algunos de los factores que han acuciado el interés en la búsqueda de nuevos fármacos capaces de ejercer acciones específicas y potentes.
En los últimos años esta búsqueda de nuevos fármacos se está empezando a llevar a cabo, además de en el medio terrestre, en el mar. Esto se debe a la potencialidad que ofrece el mar para la obtención de nuevos fármacos. Existen varios factores que avalan y aconsejan la búsqueda de nuevos fármacos en los océanos, entre ellos cabe destacar:
Durante millones de años, innumerables formas de vida marina han evolucionado para producir una inmensa variedad de entidades químicas de exclusiva sofisticación. Entre éstas se encuentran moléculas con actividades biológicas potentes, desarrolladas como una forma de defensa bioquímica para sobrevivir en un entorno extremadamente competitivo.
Cerca del 80 % de los organismos vivos del reino animal habitan en el mar y, sin embargo, menos del 1 % de las especies marinas han sido investigadas con este propósito.
Los océanos están repletos de más de 3×1028 bacterias, alrededor de 100 millones de veces más células que estrellas hay en el Universo visible .
Estos factores, entre otros, explican que mientras la obtención de estructuras químicas noveles derivadas de microorganismos y plantas de origen terrestre ha declinado, el descubrimiento de compuestos químicos con estructuras únicas provenientes de organismos marinos ha experimentado un sustancial aumento en los últimos años, que ha dado lugar a la denominada Biotecnología marina o azul, que se ocupa de los nuevos productos que se pueden obtener de la explotación de la biodiversidad marina, existiendo ya moléculas que se emplean con éxito en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Entre ellas, destaca Yondelis® (trabectedina), descubierta, producida y comercializada por PharmaMar, empresa española pionera en Biotecnología marina, que centra su actividad en explorar el universo marino en busca de tratamientos innovadores.
Yondelis®, es un novedoso fármaco antitumoral de origen marino, el primer fármaco para el tratamiento de sarcomas de tejidos blandos que actúa en las células tumorales interaccionando con el complejo de transcripción y bloqueando la reparación del ADN.
Su comercialización fue autorizada en 2007 por la Agencia Europea del Medicamento (EMEA) y por la Comisión Europea. Inicialmente se obtuvo de la ascidia Ecteinascidia turbinata mediante procesos de extracción. Pero para la aprobación de su comercialización se necesitó desarrollar un proceso de síntesis química, ya que a partir de las ascidia se requerian grandes cantidades de ésta y su cultivo se llevaba a cabo en granjas marinas, no resultando viable desde el punto de vista de su producción industrial. En la actualidad se obtiene por semisíntesis, en el que se incluye una etapa de biotransformación, a partir de cianosafracina, un metabolito procedente de la bacteria Pseudomonas fluorescens.
Las Ascidias (Ascidiacea) son invertebrados marinos que crecen sobre el fondo marino aislados o formando colonias. Viven en zonas tropicales y subtropicales del Atlántico y están siendo una fuente importante de fármacos. Precisamente, PharmaMar ha hecho públicos, el pasado 31 de marzo, resultados positivos del ensayo clínico de Fase III conocido como ADMYRE que evalúa Aplidin® (plitidepsina) en pacientes con mieloma múltiple. La plitidepsina también se obtiene de una ascidia, en este caso Aplidium albicans. Además, tienen otros dos fármacos antitumorales en fase II de desarrollo clínico, también de origen marino: el PM184, compuesto procedente de una esponja conocida como Lithoplocamia lithistoides, y el PM1183 (lurbinectedina), este último con excelentes resultados frente al cáncer de pulmón.
Otras compañías están preparando otros productos terapéuticos de origen marino que todavía se encuentran en fase de investigación clínica, como por ejemplo la Briostatina (o Bryostatin), aislada del briozoo Bugula neritina, se encuentra en ensayos clínicos en fase II como tratamiento del Alzheimer llevado a cabo por el Instituto de Neurociencias Blanchette Rockefeller (BRNI).
En conclusión, el conjunto de especies marinas plantean un importante punto de búsqueda de nuevos fármacos pudiéndose denominar las “medicinas del futuro”. Esto todavía toma mayor importancia si nos ponemos a pensar en la gran diversidad marina existente y la gran cantidad de posibilidades terapéuticas que podemos encontrar si continúan estas líneas de estudio.