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Con lo frecuente y grave que es el cáncer, los investigadores hace años que tratan de encontrar un fármaco fácil de consumir, con precio razonable y con efectos secundarios suaves y –sobre todo asumibles-, capaz de disminuir el riesgo de padecer cáncer.
Una de las dianas en la que se han fijado, basados en la influencia que tienen las hormonas en ella, es el cáncer de mama. Los tumores malignos de esa glándula, en muchas ocasiones, dependen para su crecimiento de la hormona femenina por excelencia: el estrógeno. Por eso, si administrando un fármaco capaz de bloquear los receptores estrogénicos en el tejido mamario se logra bajar de forma significativa la incidencia del cáncer que más miedo y más mortalidad produce a las mujeres, se habrá dado un paso de gigante.
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