La Muerte del Motor de Explosión : El Vehículo Electrico y su Momento .
Esto es exactamente a lo que se parece la muerte de una tecnología y su sustitución por otra superior : los vehículos eléctricos, que suponían menos de un 5% de las ventas totales en el año 2020, pasaron a ser un 9% en el año 2021 y ya un 14% en el 2022, más de diez millones de vehículos, con el presente 2023 mostrando cifras que podrían llegar al 20%. Un crecimiento superior al 35% que podría llevar las ventas a los 14 millones o más .
A este ritmo, según el informe de la Agencia Internacional de la Energía (IEA), la práctica totalidad de los vehículos vendidos en 2030 serán eléctricos, y los que queden con motor de explosión serán viejos cacharros, sometidos a un rápido desgaste – la era en la que los vehículos de combustión duraban más de diez años terminó hace mucho tiempo – y con cada vez menos posibilidades de poder encontrar piezas en el mercado para el mantenimiento de su complicadísima y frágil mecánica, al tiempo que van siendo retirados en las inspecciones técnicas de vehículos anuales por exceder las emisiones permitidas .
Una auténtica persecución completamente justificada, que pone en riesgo nada menos que el 40% de la demanda total de combustibles fósiles, una perspectiva que lleva al pánico más absoluto a los países productores de petróleo y a las compañías petrolíferas. La evidencia era clara y la conocíamos desde hace ya mucho tiempo: la demanda cuantitativamente más importante de combustibles fósiles no son los grandes buques mercantes, ni la aviación, ni la industria, ni ninguna de las cosas que los fabricantes de automóviles aducían para ralentizar su transición, sino los automóviles que se mueven todos los días en nuestras calles y carreteras, esos mismos que desaprovechan en forma de calor cuatro quintas partes de la energía que genera la combustión. Elimínalos, y habrás conseguido solucionar una gran parte del problema .El caso del automóvil es todavía más interesante, porque si nos atenemos a su perspectiva histórica, los vehículos eléctricos fueron los primeros que alcanzaron un cierto nivel de popularidad tras evidenciarse que eran superiores al motor de vapor, mientras los provistos con motor de explosión eran vistos como poco elegantes, ruidosos y sucios. Lo que claramente eran, y de eso nunca se habló lo suficiente, eran ineficientes, tan ineficientes, que a lo largo del tiempo hemos estado generando un brutal problema medioambiental y de salud pública. Si la evolución tecnológica de esa industria hubiese seguido mejorando el motor eléctrico sin desviarse hacia el motor de explosión, nos habríamos ahorrado la gran mayoría de nuestros problemas actuales, desde la emergencia climática hasta millones de muertes prematuras por enfermedades respiratorias, por no incluir episodios tan nefastos como el de los aditivos basados en plomo .
Ahora, la cosa está cada vez más clara: cuanto antes consiga el mercado eliminar el motor de explosión y salir de la adicción a los combustibles fósiles, mejor para todos. Si además logramos que los medios de transporte dejen de ser mayoritariamente propiedad de sus usuarios y pasan a ser en su mayoría de propiedad compartida, lo que incidiría en un uso muchísimo más racional y eficiente, mucho mejor aún. Pero mientras tanto, retirar una tecnología tan dañina como el motor de explosión es fundamental: adelantar las fechas de prohibición de su venta, incrementar las restricciones sobre los vehículos más contaminantes, y extremar la presión sobre los fabricantes a medida que la tecnología del vehículo eléctrico va mejorando es algo que nunca tuvo más sentido para gobernantes y reguladores con algo de sentido de la responsabilidad .