POR JOSÉ MARÍA GARCÍA HOZ / LAINFORMACION.COM // 19/01/2017 .
* Sería ingenuo pensar que el futuro y el crecimiento económico del país está primordialmente en el turismo.
* Además de la limitada capacidad de crecimiento en su productividad, los servicios tienen otro inconveniente: no pueden almacenar stocks.
España es un país de camareros. No lo digo yo, lo dicen las cifras: más del diez por ciento de los españoles que trabajan lo hacen en el sector de la hostelería. Según datos de la Seguridad Social en el último mes de agosto, de los 16,1 millones de cotizantes, 1,6 millones trabajaban en hostelería.
Me apresuro a advertir que la de camarero es una profesión tan digna como otra cualquiera – médico, astronauta, fontanero…-- porque la única vara para medir la dignidad de un trabajo tiene que ver con la competencia, el interés y la honradez con la que se desempeña, no con el dinero que genere o la preparación que exija.
De todas maneras, ser un país de camareros plantea algunos problemas de cara al futuro, ese tiempo que empieza dentro de un rato: el del crecimiento económico y, correlativamente, el del bienestar de las personas.
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