POR CHARLEY GRANT | WSJ /// 30/05/2016 .
Los innovadores tratamientos contra el cáncer son la próxima gran esperanza para el sector farmacéutico. Pero los inversores no deberían olvidar que la recompensa y el riesgo van de la mano.
Aunque el entusiasmo por el sector se ha enfriado con respecto a la euforia de los últimos años, tratamientos potenciales como la inmunoterapia, que intenta preparar al sistema inmunológico del cuerpo humano para combatir la enfermedad, siguen siendo destacables. Los datos clínicos de estas terapias experimentales se exhibirán esta semana en la reunión anual de la Sociedad Americana de Oncología Clínica.
Algunos tratamientos de inmunoterapia, como el fármaco Opdivo de Bristol-Myers Squibb, han generado fuertes ventas, en plena oleada de aprobaciones por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos. Los analistas esperan que las ventas de Opdivo alcancen los 3.200 millones de dólares este año, según FactSet.
A su vez, las promesas que ofrece Opdivo han ayudado a impulsar las acciones de Bristol-Myers, que cotizan a 25 veces los beneficios previstos, una prima con respecto al sector. Aunque resulta difícil evaluar el potencial a largo plazo de estos medicamentos, hay mucho entusiasmo. Pero aquí está la trampa: la competencia está en camino. Merck tiene un medicamento en el mercado, Keytruda. Otras grandes compañías, además de multitud de firmas más pequeñas de biotecnología, también poseen programas en desarrollo.
Dada la importancia del uso de cócteles de medicamentos para combatir determinados tipos de cáncer, podría haber espacio para todos. El problema para los inversores, no obstante, es la dificultad que conlleva desarrollar fármacos contra el cáncer, una de las principales razones de que la oportunidad económica sea tan importante.
Un reciente informe de la Organización de Innovación en Biotecnología lo confirma. Los tratamientos contra el cáncer representaron casi un tercio de los cerca de 10.000 ensayos clínicos en Fase 1 lanzados en los diez años hasta 2015. La cifra duplicó con creces los ensayos clínicos neurológicos, y los convirtió en el segundo área de tratamiento más investigado. No obstante, sólo el 5,1% de los ensayos contra el cáncer obtuvieron la aprobación para convertirse en medicamento, menos que en ninguna otra categoría. La demostración de la eficacia de un fármaco contra el cáncer en los ensayos clínicos en una fase posterior ha resultado ser especialmente difícil.
El estudio arrojó que sólo un tercio de los ensayos contra el cáncer en Fase 3, donde se evalúa la eficacia, obtuvieron la aprobación. Haciendo una media de todas las categorías, casi la mitad de los ensayos en Fase 3 se convirtieron en un medicamento.
Los ensayos clínicos no resultan baratos. Bristol-Myers, por ejemplo, ha gastado más de 14.000 millones de dólares en programas de investigación y desarrollo desde 2013.
La clave para desarrollar un tratamiento exitoso que pueda generar fuertes ventas reside en superar esa baja probabilidad. Pero los inversores no deberían olvidar que no es fácil, ni barato, llegar hasta ahí.