03 marzo 2014

Argentina regresa al escenario científico mundial luego de dos décadas de ininterrumpida “fuga de cerebros” provocada por políticas que quitaron apoyo económico a las instituciones científicas. Revertido este hecho lamentable, los frutos ya están a la vista.

El descubrimiento de un mecanismo que bloquea los vasos sanguíneos que nutren el tumor y aumenta la respuesta inmune del paciente, por parte de un grupo de investigadores del Conicet, liderados por el bioquímico cordobés Gabriel Rabinovich, se convirtió en la promesa terapéutica más importante a nivel mundial para el tratamiento de tumores cancerígenos resistentes y por ese motivo también logró la tapa la revista científica “Cell”.

El tema no hace más que ratificar el hecho de que la Argentina cuenta con el elemento humano fundamental para el desarrollo de la actividad científica, aunque, también vale señalarlo, durante muchos años esa virtud quedó opacada por la falta del necesario presupuesto por parte de las autoridades nacionales.

El Conicet es la sigla con la que se conoce comúnmente al Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas, principal organismo dedicado a la promoción de la ciencia y la tecnología en la Argentina y considerado, por su calidad, el segundo en América Latina. En la actualidad, la entidad cuenta con 5.200 investigadores, 5.600 becarios y 2.300 técnicos que desarrollan su trabajo dentro de cuatro grandes áreas: el área agraria, ingeniería y materiales; de ciencias biológicas y salud; de ciencias exactas y naturales y de ciencias sociales y humanas. Entre sus objetivos figuran los de fomentar y subvencionar la investigación científica, el desarrollo de la economía nacional y el mejoramiento de la calidad de vida, entre otros aspectos.

...