Manel Esteller, la Brillante Mente que Lucha Contra el Cáncer .
*.- "Hoy podemos curar el 60% de los casos de Cáncer, y en 15 años lograremos el 85%" .
*.- La Investigación del Cáncer le debe mucho a la pasión de este Brillante Epigenetista Catalán .
NÚRIA NAVARRO / Barcelona
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-- ¿Por qué le interesó el cáncer? ¿Hubo algún afectado entre los suyos?
No al tomar la decisión. Desde el principio de la carrera opté por ser médico para investigar las enfermedades porque no estaba emocionalmente capacitado para ejercer de médico de las trincheras. Hoy podemos curar el 60% de los casos de cáncer, y en 15 años lograremos el 85%, pero cuando empecé solo se curaba el 35%. Ante enfermos oncológicos por los que no podía hacer nada, yo me veía incapaz de establacer la suficiente distancia. Aún me parece durísimo.
-- Antes ha dicho "no al tomar la decisión". ¿Ha tenido luego experiencias directas?
El cáncer es una enfermedad muy grave y muy frecuente. Uno de cada tres hombres y una de cada cuatro mujeres lo padecerán. Y mi familia no se ha librado. Mi madre ha tenido cáncer de mama. Un bisabuelo lo tuvo de riñón. Otro abuelo, leucemia. Un tío, un linfoma. Yo tengo un 30% de probabilidades de tener cáncer.
-- ¿Le deja dormir ese 30%?
No tengo ningún miedo por mí. Nunca me he hecho ningún test. Si vivimos continuamente preocupados por el cáncer no podemos disfrutar de la vida, y la vida es lo que es, unos pocos años. Yo prefiero concentrarme en investigar, en estar con mi familia y en ir de vez en cuando al Camp Nou. Veo a mucha gente que se preocupa excesivamente por la enfermedad antes de tenerla. Hay que pelear cuando la tienes.
-- Usted peleó por la epigenética cuando nadie creía en ella.
Cuando hace 15 años, en Baltimore, empezamos a demostrar que las alteraciones epigenéticas eran importantes para la patología humana, y especialmente para el cáncer, muchos nos ningunearon. En aquellos años, cuando ibas a un gran congreso médico y alguien hablaba de epigenética, la mayoría aprovechaba para ir al lavabo. Hoy las sesiones plenarias son las de epigenética. Y ya existen fármacos para la leucemia y los linfomas basados en ella. Son fármacos que reprograman las células tumorales, como un antivirus al virus del ordenador, y eliminan la metilación del ADN, es decir, las marcas químicas erróneas de la célula cancerosa.
-- Ahora le llueven premios. Pero ¿cómo encajó en aquella época el ninguneo?
A mí me parecía excitante entrar en una disciplina completamente nueva. Era como llegar a las Américas. Luego desembarcó gente que venía de la genética y de la bioquímica. Ahora que cada vez pasamos más tiempo buscando recursos para la investigación en vez de investigar, recuerdo esa sensación con cierta nostalgia. Aunque hace unos meses volví a sentir algo parecido. Descubrimos que hay unas células tumorales que mueren más fácilmente si se les da una sustancia que les quita el hambre (antimetabolito). Volví a sentirme en una nube.
-- ¿Cuántos de esos momentos ha vivido?
Unos 20, quizá.
-- ¿Recordamos alguno?
Uno de ellos fue en 1997, cuando encontré el primer gen que perdía la actividad por un mecanismo epigenético. Es decir, en vez de mutación, la primera alteración epigenética de un gen. Otro que recuerdo fue cuando demostramos que los gemelos genéticamente iguales eran epigenéticamente diferentes. Y una más, al ser consciente de que lo que había descubierto en 2000 había llegado a pacientes en 2005 y que, gracias a eso, recibían tratamientos diferentes.
-- Y en lo personal, ¿cuándo ha sentido que rozaba el cielo?
Cuando nació mi hijo, Marc, hace nueve años. Es lo mejor que he hecho. Él me recuerda cómo era yo. Inocente, flexible, con una gran plasticidad mental.
-- ¿Un epigenetista es sobreprotector por demás?
No soy nada obsesivo en eso. Está claro que hay que protegerle del tabaco y las drogas.
-- Que usted ni ha probado, claro.
Y mejor, porque tengo una personalidad adictiva. No puedo probar ninguna cosa de esas.
-- Tampoco puede permanecer más de cinco años en una plaza. Ya le tocaría volar.
Este último año he recibido tres ofertas muy buenas para marchar a Suiza y EE UU, países que aún invierten en investigación. Y he dicho que no a las tres. He hecho una apuesta de país, porque quería estar más tiempo en casa y porque quiero que Catalunya destaque como un país de investigación en biomedicina. Pero no soy tonto. Si un día aquí no puedo hacer una investigación digna, me marcharé.
-- Con la de recortes que hay, ya le veo haciendo las maletas.
Ignoro hacia dónde vamos, porque es más fácil entender a las células que a las personas. Pero sí sé que los políticos no deben tocar la investigación. Del presupuesto general, la partida es mínima: el 1,8%. Pero ese 1,8% es importantísimo. Entre otras cosas, para la imagen del país. Hay colegas de otros países que me preguntan si aún tenemos luz en los laboratorios. Esa pésima imagen provoca que lleguen menos recursos de fuera y que los descubrimientos no se difundan de forma global. Hay que mantener la búsqueda de la excelencia. La biomedicina es una marca de Barcelona, como Gaudí y el Barça.
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-- Ustedes construyen la medicina del futuro. ¿Cómo será en realidad?
Será una medicina cada vez más individualizada. Se analizará la enfermedad del paciente y habrá tratamientos a la carta. Será más precisa y menos intervencionista. Desde hace ocho años existen fármacos muy específicos contra algún tipo de leucemia o de tumores del estómago que no dejan calvo, ni provocan vómitos, ni diarrea.
-- Será una medicina más cara.
Depende de cómo se mire. Con la medicina clásica había que lidiar con los efectos secundarios. Eso aumentaba el gasto sanitario y el enfermo no regresaba al sistema. Ahora tú puedes tener un cáncer y, después de seis meses de tratamiento, volver a contribuir a la sociedad. Hay que explicar eso a los sectores económicos.
-- Los tests genéticos y epigenéticos pueden costar 200 euros.
Pero es que a lo mejor ahorran 20.000 euros al sistema sanitario, porque, si no dan positivo, no hará falta tratamiento. Y hay muchas pruebas que te dicen si un fármaco será efectivo o no, si es mejor una cirugía que la otra, si conviene un tratamiento u otro.
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