Dos tercios de los cánceres no pueden prevenirse con el estilo de vida; la detección precoz es más esencial que nunca .
JAVIER SAMPEDRO /// Madrid 23 MAR 2017 .
Tradicionalmente se ha pensado que las mutaciones que causan el cáncer provienen de dos fuentes principales: la herencia y el ambiente (humo del tabaco, radiación ultravioleta de la luz solar y muchas otras). Un macroestudio coordinado por genetistas de la Johns Hopkins confirma ahora que no es así: dos tercios de las mutaciones cancerosas provienen de errores al azar en el proceso de replicación del ADN. Solo el tercio restante se debe a la herencia y al ambiente. Este hecho tiene importantes consecuencias para la prevención y tratamiento precoz de cada tipo de cáncer.
El mismo consorcio que publica estos resultados en Science, coordinado por Cristian Tomasetti y Bert Vogelstein, de la facultad de medicina pública Bloomberg de la Universidad Johns Hopkins en Baltimore (un nodo de la genómica internacional del cáncer), ya presentó hace dos años unas conclusiones similares. El megaproyecto ha obtenido ahora evidencias nuevas que las refuerzan, y que revelan nuevas claves que serán valiosas para los oncólogos que tratan a pacientes. Se basan en un nuevo modelo matemático y en datos epidemiológicos de medio planeta.
El trabajo no implica que haya que bajar la guardia sobre los factores ambientales cancerígenos. “Es bien sabido”, explica Tomasetti, “que debemos evitar factores ambientales como fumar para reducir el riesgo de cáncer; pero es menos conocido que, cada vez que una célula normal se divide y duplica su ADN para generar dos células nuevas, comete múltiples errores”. El genoma humano tiene 3.000 millones de bases (las letras del ADN gatacca…) y, pese a que la fidelidad del sistema de replicación es muy alta (menor a un error en un millón), queda mucho margen para generar mutaciones aleatorias.
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