ESTHER GARCÍA VALDECANTOS // 10/10/2015 .
Son las cuatro de la tarde del martes 22 de septiembre de 2015. En la segunda planta del IDC-Quirón Salud se encuentra alojado el Instituto Oncológico Baselga (IOB), que colabora con la Fundación Fero, de investigación oncológica, creada también por el doctor Josep Baselga. Desde el ventanal del hospital, construido en una de las laderas del Tibidabo, se ve al fondo el Mediterráneo y una ciudad que parece más viva que nunca. Dentro, la calma parece total. La sala de espera no es la de un hospital cualquiera, tampoco la recepción del centro, a medio camino entre el hall de un hotel cinco estrellas y la sala VIP de un aeropuerto internacional.
El doctor Javier Cortés, director de la unidad de cáncer de mama del IOB y recién nombrado jefe de sección de la de cáncer de mama y tumores ginecológicos del hospital Ramón y Cajal de Madrid, aparece sonriente y enérgico, arrastrando un 'trolley'. Recién llegado de la capital, en 24 horas se pondrá rumbo a Viena -previo paso por Nápoles- para participar en el Congreso Europeo de Oncología (ESMO). Nos recibe antes de pasar consulta; no tiene un minuto que perder y no lo pierde. Sus respuestas son rápidas y sus mensajes taxativos: "La segunda opinión no es una cosa negativa", "cuando alguien va al médico, aún más en oncología, necesita enterarse de lo que padece y lo que significa..., un acto médico es un acto de comunicación, si una persona no comprende lo que tiene difícilmente va a entender el tratamiento que debe recibir". Pero vayamos por partes.
"Salvo en casos muy concretos, el cáncer no es una enfermedad que haya que tratar con urgencia", explica Cortés, "lo urgente es tratarla bien. Y, como puedes permitirte el lujo de esperar días o incluso semanas, tienes que utilizar ese tiempo para hacer un buen tratamiento de inicio". En su opinión, eso implica dos cosas: por un lado, que el médico explique de manera absolutamente clara al paciente qué tiene, qué significa y cuáles son sus consecuencias, lo que incluye toda la información sobre los recursos con que cuenta en ese momento. Por otro, el paciente debe ponerse a trabajar, en el sentido de preguntar cualquier duda que le surja, enterarse de si en el hospital que va a elegir se administran los mejores fármacos disponibles y pedir una segunda o incluso una tercera opinión. "Hay que hacerlo siempre. Primero, porque es un derecho del paciente; segundo, porque siempre existen varias alternativas y es preciso conocerlas, ya no vale el concepto antiguo de 'voy donde me toca'. Y, tercero, porque en España contamos con grandísimos hospitales y profesionales, y una investigación de primer orden, pero también hay mucha diferencia entre unos centros y otros. No todos tienen los mismos ensayos clínicos ni hacen las cosas igual, y elegir una opción u otra puede ser decisivo. Muchos tumores de mama se superan; la mayoría si se diagnostican en etapas iniciales, pero hay que decir que el cáncer se cura una vez, en ocasiones no existen segundas oportunidades".
A su lado, contrastando la visión del médico, está Sandra, 40 años, madre de dos hijos de 10 y seis años y paciente del IOB. Con 39 le detectaron un tumor y hoy acaba de recibir su última dosis del anticuerpo monoclonal Herceptin, un fármaco intravenoso que ha cambiado la historia de los tumores HER2+. "Hasta hace una década, tener un tumor de este tipo en la mama suponía enfrentarse al peor pronóstico. Hoy los médicos casi te felicitan", cuenta Sandra. Con el pelo rizado corto y un aspecto absolutamente saludable, se muestra feliz y aliviada de cerrar esta etapa en la que aprendes a "querer más y mejor, a priorizar lo importante, a entrenar la actitud y la resiliencia. Es un proceso duro, no nos engañemos, pero la valoración final no resulta tan horrible como puede parecer. Me han pasado cantidad de batallitas muy graciosas con mis hijos, hay momentos altamente educativos con ellos, solo puedo dar las gracias". Gran parte de sus agradecimientos van dirigidos al equipo que la ha tratado, "confiar en tu médico es muy importante porque tú sabes muy poco; yo no pedí una segunda opinión, vine aquí porque es donde se había tratado mi madre y tenía claro que si algún día me tocaba quería ponerme en buenas manos. Los pacientes, cuando nos encontramos en una situación así, nos dejamos llevar por el corazón, y la doctora Isabel Rubio nos dio mucha confianza". "Sí, pero a pesar de todo", insiste Cortés, "mejor contar con una segunda opinión. La empatía es muy importante, pero todos podemos equivocarnos. Luego, a igualdad de condiciones, debes quedarte con el médico que te haga sentir más cómoda. Si no es el caso, hay que ir donde se tengan las mejores opciones terapéuticas. Los médicos no podemos temer esa segunda opinión. Todos remamos en la misma dirección".
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