Federico Plaza /// 15-12-2014 .
Las nuevas terapias contribuyen directamente a mejorar la calidad de vida y la supervivencia de los pacientes con cáncer.
Ante el incremento de la incidencia de esta enfermedad, la necesidad de incorporar nuevos tratamientos, más personalizados, más específicos, más eficaces y seguros, es obvia. De ahí el compromiso de la industria farmacéutica con la investigación de nuevos fármacos. Sin embargo, esa faceta investigadora no puede caminar sola; es fundamental perseguir una colaboración mantenida con quienes asumen la decisión de poner a disposición de los ciudadanos la innovación en oncología. Los tratamientos innovadores son costosos, efectivamente. Pero si se evalúan desde una perspectiva global en la que la asistencia a los pacientes no solo contemple el gasto farmacéutico, si se analiza la contribución real de las nuevas terapias, si se buscan soluciones compartidas en las que los sistemas de salud no sean los únicos que deban soportar el impacto económico. Entonces, seremos creadores conjuntos de una innovación sostenible.
La salud de los españoles es una responsabilidad de todos, de quienes dirigen las agendas políticas y de quienes aportamos soluciones innovadoras. Unos y otros, acompañados por los pacientes y por los profesionales sanitarios, debemos asumir nuestro papel. Puestos a avanzar en este sentido, el primer paso es reconocer el valor de la innovación, entender que la renovación de los tratamientos no significa necesariamente más gasto para el sistema si tenemos en cuenta costes directos e indirectos de la enfermedad. Después, de forma responsable y coordinada, debemos buscar la manera de poner a disposición de los pacientes los mejores tratamientos posibles, de manera equitativa y sin retrasos injustificados.
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