Gema Escribano . 26 Octubre 2019 .
Los mercados han vivido los últimos ocho años pendientes de los mensajes de Mario Draghi. Nada más desembarcar al frente del BCE, el banquero italiano se puso manos a la obra y en su primera reunión, celebrada el 3 de noviembre de 2011, anunció la que sería su primer rebaja de tipos, un pequeño gesto con el que daba comienzo a una nueva era marcada por la flexiblización monetaria que se ha traducido en unos tipos de interés en mínimos históricos y compras de deuda por importe de 2,6 billones.
Su papel fue crucial para evitar que el euro saltara por los aires en 2012 y en el ámbito de la inversión, donde más se ha dejado sentir la impronta de Draghi –además de en la nula rentabilidad de los depósitos– ha sido en la deuda, que ha experimentado la caída en picado de las rentabilidades. Así en ocho años el bono español a diez años ha pasado del 5,5% que marcaba en noviembre de 2011 al 0,27% actual, un descenso que es mucho más acusado si se compara con el 7,6% que llegó a marcar en los momentos de mayor inestabilidad.
El efecto de Draghi también se ha dejado ver en la renta variable pero, la evolución de las Bolsas no ha sido la misma para todas. El Ibex 35 es el índice que registra el comportamiento más débil de entre las principales Bolsas de la zona euro. Desde el 1 de noviembre de 2011 hasta el viernes, el selectivo español avanza un 9,9%, por detrás de otros índices como el Mib italiano, que suma un 51,5% o el Cac francés, que repunta un 86,5%. Un caso especial es el del Dax alemán, que a diferencia de los anteriores, sí incluye los dividendos a la hora de calcular el rendimiento, lo que explica que la revalorización en los últimos ocho años sea del 121%.
Pero en las medidas de Draghi no es oro todo lo que reluce. Su política ha sido un arma de doble filo para la banca, un sector con fuerte presencia en la Bolsa española y cuya pobre evolución explica la debilidad del Ibex en los últimos años.
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