La OMS estima que en el mundo aún hay unos 125 millones de personas expuestas al amianto en su lugar de trabajo, e insta a aquellos países que todavía no han tomado medidas para su total erradicación a que lo hagan sin demora.
Debido a las características de este material, duradero, anticorrosivo, resistente a las altas temperaturas y al fuego, han sido numerosas sus aplicaciones. En la construcción, en la industria del automóvil, en componentes plásticos o textiles o en el sector eléctrico, por ejemplo. Aunque cada vez en menor medida, el amianto sigue presente, en muchos casos oculto, por ejemplo como parte del aislamiento de tejados y paredes, en tuberías de canalizaciones, en antiguas turbinas o incluso en elementos fijos y móviles del transporte público. Basta recordar el plan para el desamiantado puesto en marcha por el Metro de Madrid (@metro_madrid) para eliminar la presencia de este elemento en toda su red e instalaciones.
Aunque son los trabajadores que han estado expuestos al material los más afectados, se sabe que la sustancia no solo puede resultar peligrosa en el lugar de producción, sino también en el aire cercano o en el que se respira en el interior de un edificio en el que se haya utilizado para su construcción. Incluso las minúsculas partículas que un operario haya podido llevar de su ropa hasta su hogar pueden ser un posible foco. ...