Alberto Herrero Chalud // 13 Jun 2019 .
Si tuviéramos que elegir una compañía con la que definir el concepto de frustración bursátil podríamos escoger, junto a otras muchas tantas, y sin miedo a equivocarnos, a PharmaMar. La compañía farmacéutica -o más bien biotecnológica- con sede en Colmenar Viejo ha sido, durante sus más de 20 años como empresa cotizada, una auténtica máquina de generar accionistas desencantados; bendita e infinita paciencia han tenido muchos de ellos para mantener posiciones dentro de la compañía.
Son muchas las razones por las que PharMamar ha conseguido durante estos años posicionarse en los primeros puestos del ránking de aquellas empresas que más desconfianza han generado al mercado: en primer lugar, no han sido pocas las decepciones que en forma de fracasos en sus ensayos clínicos ha tenido que explicar, empezando por la ya desaparecida Noscira, – filial que se dedicaba a ensayos de tratamientos para el Alzheimer-, pasando por un primer fracaso en Yondelis, -su principal producto oncológico, y que finalmente sí fue aprobado tanto por la FDA como para la EMA-, hasta los recientes fracasos de su antitumoral Aplidin (no fue aprobado por la EMA tras completar con éxito la Fase III pero ha sido recientemente autorizado en Australia y está recurrida la decisión ante la UE), y por último de Zepsyre para la indicación de cáncer de Ovario, que no logró alcanzar el objetivo primario al no mejorar los datos respecto a su competidor. Estos últimos contratiempos hicieron que la compañía sufriera sendos desplomes superiores al 30% del valor de sus acciones. Pero la actividad de Pharmamar, como la de todas las empresas biotecnológicas, tienen estos riesgos y están sometidas a estas incertidumbres, lo que se traduce en una alta volatilidad en sus acciones.
En segundo lugar, Pharmamar siempre se ha considerado por los inversores institucionales, -principalmente fondos especializados en Healthcare y Biotech– una compañía que, cuando menos, no ha sabido comunicar las cosas de forma clara al mercado; bien es cierto que el objeto social al que se dedica es lo demasiado complejo para que la mayoría de mortales podamos interpretar de forma sencilla sus comunicados -leer un Hecho Relevante de esta compañía sobre resultados de ensayos, y tratar de sacar una conclusión clara de lo que nos quiere decir, no es cosa para nada sencilla-.
En tercer lugar, el management de Pharmamar, encabezado por su Presidente José María Fernández-Sousa, y secundado por su Director General de Oncología, Luis Mora, ha pecado en los últimos tiempos de mostrar demasiado optimismo en los medios de comunicación, -por no decir de cierta imprudencia-, al hacer afirmaciones que luego no se cumplían, y basta con tirar de hemeroteca para refrendar esto último. Y claro, cuando se vende la piel del oso antes de cazarlo pero el oso se escapa vivo, luego hay que dar explicaciones.
En cuarto, y último lugar, está la propia idiosincrasia del sector Biotech, que no es un sector precisamente fácil de valorar, puesto que, lejos de ser compañías con un modelo de negocio basado en una actividad recurrente que pueden tener variaciones en sus ingresos y beneficios de forma más o menos razonable, las compañías dedicadas a la investigación pasan varios años, e incluso décadas, soportando grandes partidas de inversión en I+D mientras duran los ensayos en sus distintas fases. Esto hace que sean compañías que, salvo el caso de grandes farmacéuticas con potentes portfolios de medicamentos en el mercado, suelan tener beneficios pírricos, y eso en el mejor de los casos, puesto que lo normal es que pasen muchos años acumulando pérdidas precisamente por esas importantes partidas de gasto en I+D. Y este es el caso de Pharmamar, que con un sólo medicamento en el mercado -Yondelis-, ha tenido que hacer grandes esfuerzos económicos para afrontar los procesos de investigación. Bien es cierto que a nuestra compañía, además, también le ha penalizado cotizar en un mercado tan tradicional como el español, que de valorar este tipo de empresas sabe bien poco. A efectos comparativos, cualquier empresa comparable, -esto es, que tuviera ya completadas una Fase II y una Fase III en un medicamento como Zepsyre-, y que estuviera cotizada en el Nasdaq americano no nos quepa duda que capitalizaría, como poco, el doble de lo que capitaliza Pharmamar en España.
Por los motivos expuestos anteriormente la compañía ha sufrido en los últimos tiempos serios castigos bursátiles, llegando a los mínimos históricos el pasado mes de octubre cuando sus acciones se intercambiaban por menos de 0,90 euros.
Pero todo esto debería ser ya historia, y esta vez sí parece que las cosas tienen visos de cambiar para Pharmamar, y además en un corto plazo de tiempo, y por supuesto para bien. Todo esfuerzo tiene su recompensa, y al igual que hemos expuesto las críticas a la compañía, es de justicia valorar los enormes esfuerzos realizados por ésta, tanto en el plano económico como el humano, para conseguir finalmente el deseado compuesto que pueda poner en valor todo ese esfuerzo.
En el último congreso de la American Society of Clinical Oncology -ASCO- en Chicago, Pharmamar presentó los resultados del ensayo Fase II de su compuesto Zepsyre para cáncer de pulmón microcítico -SCLC- los cuales han sorprendido a la comunidad científica. En el 65% de los pacientes se redujo el tamaño del tumor. Y el Control de la Enfermedad (DCR) alcanzó una media del 68,6%, llegando a un 81,7% en los pacientes con enfermedad sensible a platino. Un 34,2% de los pacientes alcanzaron una Supervivencia Global (OS) superior a 12 meses, llegando a un 48,3% en los pacientes sensibles. Hacer notar que éste es uno de los tumores más agresivos y que no se ha encontrado ningún nuevo tratamiento desde hace más de 20 años. Y esto, señores, «no es moco de pavo».
Según indican desde la compañía, dado que existe una urgente y apremiante necesidad médica para esta indicación tienen previsto acudir con estos datos a la FDA en breves semanas para iniciar el proceso registro del medicamento por el procedimiento de la «vía acelerada», es decir, antes de tener completada la Fase III.
Para una compañía como Pharmamar, que tiene unos ingresos medios anuales que no superan los 180 Millones, y que ha invertido a una media de casi 100 millones anuales en ensayos clínicos, el conseguir la aprobación de un medicamento como Zepsyre que pueda suponer en su pico máximo unos ingresos de 1.000 Millones de euros, supondría hacer multiplicar por varios múltiplos su valor actual, el cual actualmente en bolsa no supera los 500 Millones de euros . De hecho, ya se empiezan a hacer eco algunas casas de análisis del posible salto de valor en la compañía, entre ellas RX Securities, especializada en análisis de compañías de los sectores Biotech y Helthcare que le acaba de otorgar un precio objetivo de 3,6 €/acción.
Por tanto, para bien de sus accionistas, de sus investigadores y, sobre todo, para bien de los pacientes de cáncer, confiamos, esperamos y estamos seguros que ésta vez sí será una historia de éxito.