Mi nombre es Nieves y mi hija Lucía, con tan solo 7 años, ha sido diagnosticada de un cáncer infantil cerebral llamado DIPG, al que solo sobrevive menos del 1% de los niños. El 70% de los menores afectados por el DIPG fallecen dentro del primer año tras el diagnóstico, y un 90% muere al segundo año.
Cuando los médicos te dicen que tu hija tiene un tumor cerebral incurable e inoperable, se te cae el mundo encima. Solo nos daban la opción de irradiar para alargar su vida unos pocos meses y todo por falta de inversión e investigación.
En los últimos 60 años no se ha avanzado nada para mejorar la tasa de supervivencia de esta terrible enfermedad, por falta de interés farmacéutico y gubernamental. En España son las propias familias de los enfermos los que impulsan la investigación, promoviendo campañas de recaudación de fondos y sin ninguna ayuda gubernamental.