"Terapia molecular, medicina personalizada, inmunoterapia, biopsias líquidas... Todo esto es muy interesante y a medio plazo formará parte de la práctica clínica diaria", asegura el oncólogo José Manuel Pérez, pero para él "lo relevante en estos momentos es tener buenos equipos multidisciplinares que curen el cáncer de mama de la manera menos agresiva posible". No es que al doctor no le guste hablar de las grandes expectativas que hay puestas en los nuevos fármacos ni que quiera restar importancia a las prometedoras investigaciones en curso, máxime siendo en la actualidad el director de la unidad de ensayos clínicos del Instituto Oncológico Baselga (IOB) de Barcelona. Más bien trata de separar lo interesante de lo relevante y destacar la importancia que para él tiene que las pacientes sufran lo menos posible dentro de un proceso ya de por sí duro.
¿Esto qué supone en la práctica? "Que hacemos menos mastectomías y vaciamos menos axilas, que gracias al uso de las plataformas genómicas administramos menos quimioterapia, que conseguimos irradiar solo la cicatriz de la mama o una parte de ella, y que aplicamos terapias más efectivas y dirigidas", enumera.
Y todo gracias a investigaciones que se han desarrollado previamente, que se han validado y que ya forman parte de la práctica clínica diaria de cualquier hospital de nuestro país. Como el IOB o el Vall d'Hebron Instituto de Oncología (VHIO), donde José Manuel Pérez fue discípulo del maestro de maestros, Josep Baselga, fundador también de la Fundación de Investigación Oncológica FERO, que financia parte del VHIO.
"En el quirófano hay dos mejoras sustanciales", prosigue el médico, "en cuanto a la mama, antes se practicaban muchas mastectomías y ahora cada vez se tiende a hacer cirugías conservadoras en las que se elimina solo la parte con cáncer y algo del tejido adyacente. Somos mucho más precisos y se logran mejores resultados gracias a nuevas técnicas, como la ecografía intraoperatoria y los métodos oncoplásticos.
"Yo ya le he perdido el respeto al cáncer, le insulto directamente ¡y me funciona!" .
"El día que terminé la quimioterapia me consideré una superviviente", dice Alicia Ramos, diagnosticada de cáncer de mama hace tres años, "sabía que todavía tenía que quitarme los ganglios y someterme a radioterapia, pero en ese momento lo di por superado. Me aterraba la palabra quimio, como nos pasa a todos con el término cáncer, que nos horroriza, pero dejemos de evitar decirlo, dejemos de tenerle miedo porque el temor nos paraliza. Estoy convencida de que cuando el proceso de curación no sea tan duro le perderemos bastante el respeto, yo ya lo he hecho, le insulto directamente ¡y me funciona! Antes, el riesgo de que las mujeres murieran en el parto era muy elevado, ahora es casi impensable. Estoy convencida de que sucederá igual con esta afección. Una de las cosas que recuerdo con más cariño son las enfermeras de la quimioterapia: esas mujeres que están ahí todo el día con una sonrisa dándote un cariño ejemplar".
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