Las células madre llegan al cerebro con el propósito de facilitar su estudio. Al menos es lo que se deduce de los últimos trabajos publicados en importantes revistas. El primero, ayer en Nature, daba cuenta de la obtención en el laboratorio de un rudimentario cerebro del tamaño de un guisante pero capaz de reproducir con asombrosa fidelidad las primeras etapas de la formación un cerebro humano. Se ha obtenido a partir de fibroblastos de la piel. Estas células, que forman el tejido conectivo, consideradas hasta hace poco bastante simples, saltaron al estrellato en 2008 cuando el japones Shinya Yamanaka consiguió generar a partir de ellas células madre pluripotenciales humanas, igual que se había logrado dos años antes con fibroblastos de ratón. A estos fibroblastos “reprogramados” los denominaron iPS (induced Pluripotent Stem cells), células madre inducidas pluripotentes. El año pasado Yamanaka recibió por este importante logro el Nobel de Medicina. Ahora se ha dado un paso más, que lleva hasta el órgano más complejo de todo el universo conocido: el cerebro. Y estas sencillas células, los fibroblastos, al reprogramarlas, han sido capaces de formar también el primer cerebro humano de laboratorio.
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