La industria farmacéutica celebra en los mercados la victoria del republicano Donald Trump. Pero sobre todo, los inversores aplauden la derrota de la demócrata de Hillary Clinton, la candidata que prometió reducir los altos costes de los medicamentos en el país. A corto plazo, las compañías no prevén grandes decisiones en la agenda del republicano que puedan afectar al sector.
El mejor ejemplo de lo que Clinton creía un abuso de los laboratorios fue el caso de Mylan con su medicamento EpiPen contra los shocks anafilácticos. Este producto multiplicó por seis su precio en cinco años, hasta alcanzar los 600 dólares, lo que conllevó una reacción política en las últimas semanas para controlar un mercado farmacéutico muy desregularizado. De Trump, sin embargo, no se espera que tome este tipo de medidas. Eso ha provocado que las compañías en Bolsa se recuperen de una caída que comenzó el pasado año, cuando Clinton ya amenazó con controlar los precios de los costosos tratamientos innovadores. La demócrata quería tener mecanismos que supervisaran la transparencia en la decisiones sobre los precios.
Los inversores habían descontado desde entonces alrededor de un 30% del precios de las acciones de los laboratorios, sobre todo de biotecnología. En los dos últimos días, elBloomberg World Pharmaceutical Index –índice que recoge la evolución de las mayores compañías del sector– se ha revalorizado un 5% y en el Bloomberg World Biotechnological Index la recuperación ha sido aún mayor, del 8,5%.
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