En el trastorno del espectro autista (TEA) hay implicados entre 600 y 1.200 genes de riesgo de los que se conocen una infinidad de variedades. Ninguna produce por sí misma esta alteración del sistema nervioso, ni se sabe cómo se combinan, en qué grado afectan o qué relaciones tienen con otras enfermedades. Para entender el mapa completo del autismo, los científicos utilizan herramientas genéticas que descifran cada pieza de este complicado puzzle.
El último avance lo ha presentado un grupo de investigadores de la universidad estadounidense de California en San Francisco (UCSF). Su punto de partida no se ha centrado en quiénes son estos genes, sino en qué producen, para detectar anomalías en las células del cerebro. Han utilizado la técnica de secuenciación de una única célula sobre tejido nervioso de pacientes con TEA y han analizado todo su ARN, el brazo ejecutor del ADN, la molécula que recibe la orden de los genes. ...