Hoy en día, en España apenas existen unidades especializadas en la atención oncológica de los adolescentes
A menudo, deben elegir si tratarse en un centro para adultos o en uno infantil
CRISTINA G. LUCIO Madrid5 // FEB. 2018 .
Empezó siendo cansancio. Luego, llegaron los mareos, el malestar y, al final, también las taquicardias. Eran tan fuertes que no la dejaban subir ni un tramo de escaleras a buen ritmo. Pero Isabel Pérez pensaba que no había que preocuparse, que se pasaría enseguida, que «seguro que en el hospital ya nos dejan irnos a casa». Porque «con 15 años no puede pasarte nada». Y menos un cáncer.
Leucemia linfoblástica aguda, le dijeron. Y ella «sabía y no sabía a la vez» lo que aquello quería decir. Lloró mucho, negó la realidad, quiso volver a su vida de estudiante de 4º de la ESO, a sus clases de aerobic, a sus patines, a bailar, pero la quimio empezó enseguida y lo puso todo patas arriba.
«Al principio no te encuentras tan mal y lo que más sufres es ver los cambios en tu cuerpo. Que se te caiga el pelo, perder la musculatura, sentir cómo te hinchas. Con 15 años todo eso es muy importante», recuerda Isabel, que hoy tiene 21 años y estudia 4º de Medicina. «Después, estás tan hecha una mierda que ya no piensas tanto en que estás calva».
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