JOSE LUIS DE HARO (NUEVA YORK) - 5/09/2016 .
Algunos productos, genéricos incluidos, han multiplicado su coste por 75 .
Cuando Mylan, la farmacéutica dueña del EpiPen, dos inyecciones de epinefrina que pueden salvar la vida ante una reacción alérgica severa, optó por incrementar el precio de este medicamento más de un 400%, nunca pensó en las consecuencias que desataría su decisión. Desde la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, pasando por legisladores, políticos y la propia opinión pública han exigido a la Comisión Federal de Comercio que investiguen a la empresa liderada por Heather Bresch, sobre un asunto que ya ha salpicado previamente a la industria.
La subida desde los 94 dólares hasta un total de 600 dólares en menos de 9 años ha coincidido con un cambio en el plan de incentivos de Mylan, que en 2014 prometió a cien de sus directivos una compensación adicional si conseguían que la farmacéutica alcanzase benéficios de 6 dólares por acción en 2018. En aquel momento, sus cinco ejecutivos más importantes contaban con bonificaciones por valor de 82 millones de dólares.
Es por ello que las declaraciones a la CNBC de Bresch, donde dijo sentirse "frustrada" y apeló a la "crisis del sistema de salud" en Estados Unidos como factores de su decisión, no han apaciguado una situación en la que la compañía se ha visto forzada a prometer sacar al mercado un genérico de su EpiPen más asequible para el consumidor. Sin embargo, la consejera delegada de Mylan equiparó el actual contexto de los precios farmacéuticos con la crisis financiera de 2007. "La burbuja va a estallar" avisó.
Las taras del sistema
Un mensaje que no justifica el aumento de precios de un medicamento cuyo principal ingrediente cuesta menos que una hamburguesa Big Mac en McDonald's pero que pone de manifiesto las taras del sistema a este lado del Atlántico. En Europa, los distintos gobiernos controlan y negocian el precio de los medicamentos sin embargo en Estados Unidos las farmacéuticas tienen vía libre para fijar el coste que deseen sobre sus productos. De ahí que cuando Martin Shkreil, ex consejero delegado de Turing Pharmaceuticals compró Daraprim, un medicamento con una patente caducada para combatir el VIH, no dudó en incrementar su coste en un 5,500% hasta los 750 dólares por píldora. Una decisión que despertó el malestar de la opinión pública y política además de culminar con cargos criminales contra Shkreil por fraude.
El Gobierno como cliente
Uno de los principales clientes de las farmacéuticas es el gobierno estadounidense a través del programa de salud para jubilados Medicare, que gastó 112,000 millones de dólares en 2014 en medicamentos. Según un estudio de la Kaiser Family Foundation, el desembolso de este plan público se ha incrementado desde el 2% en 2004 hasta el 29% en 2014. Un hecho que corresponde al incremento de los precios, genéricos incluidos, que han llegado a multiplicar por 75 su coste, como es la tetraciclina, un antibiótico que constaba 6 centavos por píldora y se vende por 4.60 dólares.
A comienzos de año, Pfizer incrementó el coste de una lista de 100 fármacos, algunos de ellos más de un 20%. AbbVie, Eli Lilly, Merck y Bristol-Myers Squibb han hecho lo propio, aunque desde Deutsche Bank consideran que este año los incrementos se han moderado hasta una medida del 5 por ciento entre enero y abril frente al incremento del 7,8 por ciento registrado el año pasado. Un factor que ha reducido estos aumentos de precios tiene origen en Valeant, donde los aumentos en el coste de sus medicamentos se han reducido hasta el 1.2% ciento este año frente al 25.8% del pasado.
Dicho esto, el Medicare no puede negociar con las farmacéuticas los precios de los medicamentos ya que son las aseguradoras las encargadas de hacerlo. En su origen se estima que la competencia entre las aseguradoras debería reducir los costes sin embargo los estadounidenses pagan un 44% más que sus vecinos canadienses por medicamentos.
Clinton presentó el pasado viernes un plan para evitar que medicamentos importantes en el tratamiento de ciertas enfermedades sufran aumentos excesivos de los precios, a raíz del escándalo suscitado por Mylan. Propone crear un grupo de agencias federales que vigile los aumentos de precios y responda ante aquellos excesivos y de carácter especulativo, imponiendo multas a farmacéuticas si es necesario. Este plan formará parte de una iniciativa más amplia para reducir el precio e incluirá la disponibilidad de alternativas genéricas a medicamentos de importancia vital que no cuentan con un mercado competitivo, así como un aumento de la competitividad en el sector.
Algunos productos, genéricos incluidos, han multiplicado su coste por 75 .
Cuando Mylan, la farmacéutica dueña del EpiPen, dos inyecciones de epinefrina que pueden salvar la vida ante una reacción alérgica severa, optó por incrementar el precio de este medicamento más de un 400%, nunca pensó en las consecuencias que desataría su decisión. Desde la candidata demócrata a la Casa Blanca, Hillary Clinton, pasando por legisladores, políticos y la propia opinión pública han exigido a la Comisión Federal de Comercio que investiguen a la empresa liderada por Heather Bresch, sobre un asunto que ya ha salpicado previamente a la industria.
La subida desde los 94 dólares hasta un total de 600 dólares en menos de 9 años ha coincidido con un cambio en el plan de incentivos de Mylan, que en 2014 prometió a cien de sus directivos una compensación adicional si conseguían que la farmacéutica alcanzase benéficios de 6 dólares por acción en 2018. En aquel momento, sus cinco ejecutivos más importantes contaban con bonificaciones por valor de 82 millones de dólares.
Es por ello que las declaraciones a la CNBC de Bresch, donde dijo sentirse "frustrada" y apeló a la "crisis del sistema de salud" en Estados Unidos como factores de su decisión, no han apaciguado una situación en la que la compañía se ha visto forzada a prometer sacar al mercado un genérico de su EpiPen más asequible para el consumidor. Sin embargo, la consejera delegada de Mylan equiparó el actual contexto de los precios farmacéuticos con la crisis financiera de 2007. "La burbuja va a estallar" avisó.
Las taras del sistema
Un mensaje que no justifica el aumento de precios de un medicamento cuyo principal ingrediente cuesta menos que una hamburguesa Big Mac en McDonald's pero que pone de manifiesto las taras del sistema a este lado del Atlántico. En Europa, los distintos gobiernos controlan y negocian el precio de los medicamentos sin embargo en Estados Unidos las farmacéuticas tienen vía libre para fijar el coste que deseen sobre sus productos. De ahí que cuando Martin Shkreil, ex consejero delegado de Turing Pharmaceuticals compró Daraprim, un medicamento con una patente caducada para combatir el VIH, no dudó en incrementar su coste en un 5,500% hasta los 750 dólares por píldora. Una decisión que despertó el malestar de la opinión pública y política además de culminar con cargos criminales contra Shkreil por fraude.
El Gobierno como cliente
Uno de los principales clientes de las farmacéuticas es el gobierno estadounidense a través del programa de salud para jubilados Medicare, que gastó 112,000 millones de dólares en 2014 en medicamentos. Según un estudio de la Kaiser Family Foundation, el desembolso de este plan público se ha incrementado desde el 2% en 2004 hasta el 29% en 2014. Un hecho que corresponde al incremento de los precios, genéricos incluidos, que han llegado a multiplicar por 75 su coste, como es la tetraciclina, un antibiótico que constaba 6 centavos por píldora y se vende por 4.60 dólares.
A comienzos de año, Pfizer incrementó el coste de una lista de 100 fármacos, algunos de ellos más de un 20%. AbbVie, Eli Lilly, Merck y Bristol-Myers Squibb han hecho lo propio, aunque desde Deutsche Bank consideran que este año los incrementos se han moderado hasta una medida del 5 por ciento entre enero y abril frente al incremento del 7,8 por ciento registrado el año pasado. Un factor que ha reducido estos aumentos de precios tiene origen en Valeant, donde los aumentos en el coste de sus medicamentos se han reducido hasta el 1.2% ciento este año frente al 25.8% del pasado.
Dicho esto, el Medicare no puede negociar con las farmacéuticas los precios de los medicamentos ya que son las aseguradoras las encargadas de hacerlo. En su origen se estima que la competencia entre las aseguradoras debería reducir los costes sin embargo los estadounidenses pagan un 44% más que sus vecinos canadienses por medicamentos.
Clinton presentó el pasado viernes un plan para evitar que medicamentos importantes en el tratamiento de ciertas enfermedades sufran aumentos excesivos de los precios, a raíz del escándalo suscitado por Mylan. Propone crear un grupo de agencias federales que vigile los aumentos de precios y responda ante aquellos excesivos y de carácter especulativo, imponiendo multas a farmacéuticas si es necesario. Este plan formará parte de una iniciativa más amplia para reducir el precio e incluirá la disponibilidad de alternativas genéricas a medicamentos de importancia vital que no cuentan con un mercado competitivo, así como un aumento de la competitividad en el sector.