El ganador del premio Fronteras del Conocimiento de Biomedicina analiza los tratamientos actuales y futuros contra el cáncer, que dependen, dice, de que no se recorten los fondos de investigación .
Nuño Domínguez 10 JUL 2015 .
Joseph Schlessinger nació 12 días antes de la capitulación nazi. Sus padres eran partisanos judíos que combatían en Croacia durante la última ofensiva alemana. En aquellos días, a su padre le ordenaron proteger a cualquier precio la vida del hijo de Winston Churchill, Randolph, que estaba en la zona en misión diplomática. El 26 de marzo de 1945, en Topusko, cerca de Zagreb, Rifka Schlessinger se refugió en una casa derruida para dar a luz mientras las bombas seguían cayendo fuera. Un médico ruso que se había unido a los partisanos asistió en el parto, que fue un éxito. Los primeros pañales de Schlessinger fueron un trozo de paracaídas británico. “Mi madre los guardó y puedo decirte que no era un material muy absorbente”, bromeaba hace unos días en Madrid, donde acudió para recibir el Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en Biomedicina junto a Tony Hunter y Charles Sawyers.
Schlessinger tiene doble nacionalidad estadounidense e israelí, el país al que emigraron sus padres tras un periplo horrendo. “El 85% de mi familia fueron asesinados por ser judíos”, asegura Schlessinger. Trasladado a EE UU en la década de 1980, actualmente dirige el Departamento de Farmacología de la Universidad de Yale (EE UU).
Su principal contribución ha sido desarrollar varios medicamentos contra el cáncer inspirados en las instrucciones bioquímicas que las células sanas reciben de su entorno para crecer y multiplicarse. Este biofísico fue uno de los primeros en entender que el cáncer modifica esas instrucciones. Algunos de los cambios consisten en mutaciones en unas proteínas llamadas tirosinas quinasas. Una vez dentro de la célula, las mutaciones desencadenan un proceso desaforado de división y proliferación que acaba generando un tumor.
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P. ¿Qué le diría a políticos que recortan los presupuestos de ciencia, por ejemplo el Gobierno español?
R. Deberíamos gastar todo el dinero que podamos en investigación básica si queremos encontrar nuevas formas inesperadas de tratar el cáncer. Por supuesto sin ignorar la traslación para llevar las innovaciones a la clínica. Se trata de un esfuerzo internacional, no se pueden desarrollar todas las curas en España. El triunfo de la ciencia en EE UU se debe sobre todo a que es un esfuerzo internacional. Yo no nací en EE UU, Tony [Hunter] tampoco, pero trabajamos allí porque es el ambiente perfecto. Mientras Europa y España no empiecen a reclutar gente independientemente de su nacionalidad no van a florecer.
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P. ¿Cómo cree que serán los tratamientos del cáncer en el futuro próximo?
R. Muchos de los tumores se van a convertir en enfermedades crónicas. Y el mismo principio que nos permitirá hacer eso también hará posible atacar los tumores que hoy no tienen tratamiento. Las terapias de combinación serán importantes, el único límite será su toxicidad. Lo que realmente querría enfatizar, y es algo que su propio Gobierno en España debería saber, es que el próximo gran avance va a venir de la ciencia básica. Si cortas la generación de científicos básicos, y esto es algo que en cierta manera ya está sucediendo en EE UU, cortarás toda la cadena de desarrollo. La traslación se sustenta en los descubrimientos de la ciencia básica y ahora nos estamos beneficiando en la gran inversión que hubo en investigación biomédica para desarrollar la biología molecular y que a cada uno de nosotros nos permitió dejarnos guiar por nuestra propia curiosidad. Nosotros somos ejemplos de personas que solo seguimos nuestra curiosidad.
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