EFE // Londres -
La Sangre joven puede invertir los efectos de la edad en el cerebro de los ratones viejos, como la discapacidad en el aprendizaje, la memoria y las funciones neuronales, según un estudio publicado por la revista Nature.
Un equipo de científicos liderado por Tony Wyss-Coray, de la Universidad de Stanford (EEUU), ha descubierto que la inyección repetida de sangre de un ratón joven de 3 meses de edad en uno de 18 meses puede mejorar sus aptitudes en el aprendizaje y la memoria.
La sangre de un ratón joven combate la “degeneración progresiva de la función cognitiva y las alteraciones en la estructura cerebral” que sufren los ratones envejecidos y que está asociada con la edad, según el estudio.
Los investigadores calentaron la sangre joven antes de inyectarla en los ratones mayores con el fin de alterar su estructura de proteínas, lo que permitió frenar los efectos perjudiciales de la edad en el nivel estructural, molecular y funcional de su cerebro.
Esa mejora se produce en parte por la activación de una proteína en el hipocampo, una parte del cerebro importante para la memoria, se explica en las conclusiones.
Estudios anteriores habían demostrado que los factores transmitidos por la sangre de ratones envejecidos podían perjudicar a la función cognitiva de los más jóvenes, mientras que el grado de influencia de la sangre de los jóvenes en los mayores todavía no había sido argumentada.
“Nuestros datos indican que la exposición de ratones envejecidos a sangre joven al final de su vida es capaz de rejuvenecer su plasticidad sináptica y mejorar sus funciones cognitivas”, afirmó Wyss-Coray.
Para combatir los efectos de la edad, el estudio propone dos estrategias.
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05 mayo 2014
Cáncer de Mama . Un estudio halla un mecanismo fundamental .
EL PERIÓDICO // BARCELONA . Lunes, 5 de mayo del 2014 .
La presencia de nódulos duros en el tejido mamario es uno de los síntomas que indican la posible existencia de un tumor de mama incipiente. Se trata de un efecto que se puede identificar mediante la palpación, y que constituye ahora mismo un dato fundamental a la vista de que la formación de tumores está asociada al endurecimiento del tejido.
Controlar esta rigidez sería muy importante para combatir los tumores de mama, pero también en muchos otros tipos de cáncer, en cuyos casos también se produce un endurecimiento anormal del tejido. Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores del Institut de Bioenginyeria de Catalunya (IBEC), responsables de un estudio que ha contado con el apoyo de la Obra Social de La Caixa y que podría contribuir decisivamente a la lucha contra el cáncer.
Hasta ahora se desconocía cómo las células son capaces de detectar la rigidez del tejido, y por qué reaccionan de forma distinta ante la rigidez en función de si las condiciones son sanas o tumorales. Los investigadores del IBEC han demostrado con su estudio qué papel cumplen las moléculas que las células utilizan para adherirse a su entorno, denominadas integrinas. Son las que permiten a las células detectar y adaptarse a la rigidez del tejido. Y, como se verá, hacerlo de forma diferente en los casos en los que hay tumor y en los que no.
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La presencia de nódulos duros en el tejido mamario es uno de los síntomas que indican la posible existencia de un tumor de mama incipiente. Se trata de un efecto que se puede identificar mediante la palpación, y que constituye ahora mismo un dato fundamental a la vista de que la formación de tumores está asociada al endurecimiento del tejido.
Controlar esta rigidez sería muy importante para combatir los tumores de mama, pero también en muchos otros tipos de cáncer, en cuyos casos también se produce un endurecimiento anormal del tejido. Esta es la conclusión a la que han llegado investigadores del Institut de Bioenginyeria de Catalunya (IBEC), responsables de un estudio que ha contado con el apoyo de la Obra Social de La Caixa y que podría contribuir decisivamente a la lucha contra el cáncer.
Hasta ahora se desconocía cómo las células son capaces de detectar la rigidez del tejido, y por qué reaccionan de forma distinta ante la rigidez en función de si las condiciones son sanas o tumorales. Los investigadores del IBEC han demostrado con su estudio qué papel cumplen las moléculas que las células utilizan para adherirse a su entorno, denominadas integrinas. Son las que permiten a las células detectar y adaptarse a la rigidez del tejido. Y, como se verá, hacerlo de forma diferente en los casos en los que hay tumor y en los que no.
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