16 noviembre 2014
Pere Gascón: "Al Cáncer no lo curas de golpe, hoy lo curamos por episodios" .
Foto : Pere Gascon, Romain Quidant y Àngels Sierra muestran un chip para diagnóstico de cáncer. Gascon y Sierra son médicos del hospital Clínic y Quidant es físico del Institut de Ciències Fotòniques Alina Hirschmann / ICFO .
El Prestigioso Oncólogo asegura que un impacto emocional crónico tiene un efecto relacional sobre el cáncer | "En EE.UU. eras un joven residente y un Nobel te escuchaba ¡y te pedía perdón por llegar tarde!" .
Quién | 16/11/2014 -
El Doctor habla ese catalán barnizado de americano que aprendió durante sus 24 años trabajando en EE.UU. en algunos de los centros de mayor prestigio en su profesión. Una eminencia, con los años, gana en sabiduría aunque los focos se alejen. Fue, hasta hace poco, jefe del Servicio de Oncología del hospital Clínic de Barcelona. Hoy, en la frontera de la jubilación, consultor sénior del departamento. Pere Gascón -también profesor titular de la UB- se ha especializado en el papel del microambiente en el proceso tumoral y metastásico y en el ámbito de la inmunología. Gracias a él, Veus per a l'esperança, concierto benéfico para recaudar fondos para la investigación en cáncer -en los próximos días-, es ya una cita con historia.
¿Sabe usted cantar? Últimamente le vemos fotografiado al lado de Montserrat Martí...
¡Qué va! Pero me entusiasma, es una de mis frustraciones. Esta es una larga y hermosa historia. Hace unos años me llegó un paciente a cuidados intensivos con ochenta y tantos años. Desahuciado. Su esperanza de vida era de un mes. Le traté y hemos logrado que viviera cinco años más. Hoy su hijo lleva sus cenizas a Italia.
Aldo Mariotti. Por agradecimiento gestó este concierto.
Yo, entonces, no tenía ni idea de que era agente operístico. Entablamos amistad porque trataba a su padre, hablábamos de la vida y la muerte, y hemos logrado que él muriera acorde a la vejez.
Para muchos enfermos los médicos acaban siendo una extensión de la familia.
Sí. Por eso un día se lo conté a Aldo: tengo que despedir a varias personas del laboratorio. El dinero no llega. A mi me sabía mal. Y él, generosamente, ofreció montar este concierto benéfico. Pensé: "Vaya lío, será un fantasma". Pero ha sido maravilloso y ya vamos por la cuarta edición.
Se fue a EE.UU. como un joven lleno de entusiasmo a quien su país se le estaba quedando pequeño.
Sin curiosidad y sin entusiasmo despídete de ser buen profesional. Hice Filosofía y Letras, aprendí inglés y alemán, acabé Medicina.
En España tuve muy mala experiencia: terminábamos la carrera poquísimos y no importábamos a nadie. Había una muerte académica brutal. Nefasto. A los 22 años me sale la oportunidad y me voy. Sin un duro.
En la época en que usted es joven investigador del Centro Médico Universitario de Washington coincidió con cuatro premios Nobel trabajando en la misma institución. ¡Qué diferencia de atmósfera!
Así fue. Pero es que, lo más alucinante, es que a ti, que eras un chaval sin referencias, un residente con ganas de aprender, un anónimo en sus vidas... ¡te escuchaban! ¡Un Nobel te pedía perdón...!
¿Perdón? ¿Por qué?
¡Por llegar cinco minutos tarde! Cuando en España entrar al despacho de un catedrático era algo imposible. Creo que era gente gris, que no sabía demasiado, que se encerraba en una urna de cristal para protegerse, para que no les hicieras preguntas...
Encontró un profesor en una fiesta y le dio trabajo en su laboratorio.
Sí señora. Sin contrato, pero lo que allí aprendí no tiene precio. "Un mes de prueba y si no me interesas, te lo diré rápidamente". Allí tienen de bueno que son muy operativos, muy prácticos, no te engañan.
¿Qué les envidia?
Que valoran la cultura del esfuerzo y la excelencia. Mientras vean que vas mejorando, el sistema te apoya, te anima. Aquí no. Allí me encontré médicos consagrados, formados en Harvard, que eran tus docentes, disfrutaban con su trabajo y no tenían un título sólo para colgar en la pared. Gente real, no de cartón, que siempre recordaron que un día también fueron jóvenes. Tú al doctor Baltimore, un Nobel, lo veías entrar en los congresos con una mochilita y unas bambas... y te paraba a ti, que eras un pequeño residente, ¡y te preguntaba por tus dudas!
Vuelve a Barcelona y alguien le advierte: "Es que tú no haces suficientes pasillos, Pere".
Cierto ¡Yo no tenía ni idea, no sabía ni lo que significaba hacer pasillos! En EE.UU. tú bajas a la cafetería y hablas de investigación, de publicaciones... Aquí tienes que dedicarte a las intrigas, perder el tiempo, grupos de presión, hablar mal del otro...
Y pasa de hematólogo a oncólogo. Hace poco declaró: "En los próximos cinco años, seis de cada diez cánceres se curarán".
Estamos viendo progresos tremendos en melanoma, por ejemplo. Un 20% de supervivencias de 2, 3, 5 años con metástasis donde, antes, morían todos. En pulmón nos ocurre lo mismo.
¿Qué es lo que nunca creyó que llegaría a ver?
Los tratamientos especializados. Ahora, ante un cáncer, puedo decir que esta medicina va a funcionarte a ti pero no a otro. Antes sólo pedíamos test de marcadores genéticos en pulmón, colon, melanoma, y poco más...
Pronto necesitarán más ingenieros que médicos.
Esto es una revolución. Ya necesitamos muchos bioinformáticos para entender miles y miles de genes. Para ponerlos en orden.
¿Cuál ha sido su experiencia más dura con un paciente?
Los enfermos tienen cara y nombre, no olvido eso nunca. Con cada paciente que pierdes te sientes frustrado, pero no puedo deprimirme si miro atrás... Cuando yo estaba en San Luis -tendría unos 26 años- trabajaba con el responsable de trasplantes. Entonces se nos morían el 50% de pacientes. Un día le dije: "Jeff, ¿cómo aguantas esto?". Y él me contesto: "Todo el que entra a la unidad de trasplantes está enfermo. Aquí logramos curar el 50%". Y procuré mirarlo así, desde entonces.
Cuente alguna de las pequeñas victorias que compensan.
Una persona con cáncer metastásico en el hígado. Le apliqué un protocolo, respondió de modo brutal y estuvo cuatro años más casi sin enfermedad. Ordenó su industria y su familia... Empeoró, llegó un nuevo ensayo clínico y por un punto de diferencia en su creatinina no pudo acceder. ¡Por un simple dato de laboratorio no entró en la parcela de beneficiarios! Ahora sabemos que, con ese fármaco, hubiera podido vivir cuatro o cinco años más.
Nada más injusto que saber que existe un fármaco que te da la vida y tú no tienes acceso.
Estábamos acostumbrados a recetar fármacos "por uso compasivo" pero han pasado de costar 500 a 4.000 euros, algunos. Nos ponen muchas condiciones, nos obligan a discriminar . Yo me he peleado a veces, con la dirección: "¿Por qué uno si y otro no? Yo no quiero ser Dios". Al final el médico es el que da la cara.
A veces el paciente de cáncer necesita que el médico le mire a los ojos en lugar de la pantalla de ordenador.
No puedes ser médico oncólogo si no tienes empatía. Lo más duro es ver morir gente joven. Eso te puede, te destroza. Pero hay algo casi peor: constantemente me aparecen caras y nombres de enfermos míos que fallecieron y que, ahora, con los avances, sobrevivirían. Pienso en uno, con leucemia mieloide..., hoy estaría con nosotros.
¿Puede un cáncer estar ligado a una sacudida anímica, a un bache vital?
Sí. Tenemos datos: cuando una persona tiene un bache muy importante en su vida, puede afectar. Pero no una sacudida aguda, ¿eh?, sino crónica. Estoy convencido de que un impacto emocional crónico tiene efecto relacional con en el cáncer. Pero como el cáncer tarda en desarrollarse de 20 a 30 años es imposible en algunos casos. Quedarte en el paro, divorciarte, perder un hijo puede producirte una depresión brutal, nada más, de entrada.
Pero nuestro cuerpo está desarrollando elementos malignos continuamente.
Y nuestro cuerpo los elimina. Cuando pasas por uno de esos baches emocionales el sistema inmunológico baja sus defensas y ahí ve su oportunidad el cáncer. En animales se ha demostrado: el estrés les acelera el proceso.
¿Ha presenciado alguna curación para la que no tenga respuesta científica?
Yo no. Pero pasa, están descritas y publicadas. Yo creo que la respuesta a eso es inmunológica. El propio cuerpo es capaz de dominar el mal que le invade, pero eso ocurre muy pocas veces.
¿Qué cáncer se logra cronificar más fácilmente, hoy?
El primero, sin duda, el cáncer de mama. En un 80%. Tengo una amiga que lleva siete años con un cáncer metastásico. Antes eso significaba un año de vida. La ves y está estupenda. También lo vemos en enfermos de colon.
Gastando cartuchos.
Exactamente. El cáncer no lo curamos de golpe, lo curamos por episodios. Pasito a pasito.
¿Justifica la eutanasia?
No me gusta la palabra. Nosotros sabemos cuando alguien está terminal, sufriendo, y cómo facilitar el paso de manera digna. Pero no me hagan a mi apretar el gatillo. Yo tenía un amigo enfermo de cáncer, nos conocíamos desde niños y cuando se puso en mis manos me dijo: "Cuando veas que estoy al límite, que ya no hay más remedio..., ¿me ayudarás?"
¿Qué le contestó?
Que sí, le contesté que sí. Llegó el momento, él me lo pidió mientras hablaba, tranquilamente, serenamente, como estamos usted y yo. Estaba enfadado con el mundo, aquello era injusto. Ahora que se jubilaba, que podía disfrutar con su esposa. Le dije: "Despídete de la familia, de los hijos, tienes semanas". Lo solucionó a su manera. Yo, como médico, no podía hacer nada, claro..., pero le entendí. Le aseguro que le entendí.
Si mañana le diagnosticaran un cáncer, ¿qué es lo primero que haría?
Sé demasiado del tema, así que supongo que pensaría lo que Alberti: "Chicos, me lo he pasado tan bien, en la vida..., no quiero irme". Pero me aplicaría lo que les digo a mis enfermos: "El cáncer va a ser un paréntesis. Te ayudaremos a pasar por él. Que sepas que hay vida después del cáncer".