PORTLAND, Estados Unidos.-
Brittany era una mujer joven y vibrante. Corrió varios maratones, pasó varios años viajando por el sureste asiático y una vez escaló el monte Kilimanjaro en Tanzania.
Pero el pasado primero de enero, cuando aún era recién casada, el mundo cambio para ella cuando fue diagnosticada con un astrocitoma de grado dos, una forma severa de tumor cerebral.
Los doctores le dijeron que viviría unos 10 años.
“Cuando tienes 29 años y te dicen que tienes una especie de línea de tiempo (que cumplir), de todos modos se siente como que vas a morir mañana”, afirma Brittany.
A pesar de haber pasado por cirugía, su prognosis tomó un dramático giro meses después: el cáncer progresó hacia un glioblastoma multiforme (GBM) de nivel 4, la forma más mortífera de cáncer.
Entonces los doctores le dieron la terrible noticia: tenía máximo 14 meses de vida y sería una muerte lenta y dolorosa mientras el tumor avanzaba, causando dolores de cabeza, nausea, vómito, debilidad y desmayos.
Brittany decidió que no quería morir así y eligió utilizar medicina prescrita por su doctor para terminar con su vida el próximo 1 de noviembre, dos días después del cumpleaños de su marido, para así morir “con dignidad”, afirma. Ella recalca que su muerte no será suicidio.
“No hay una sóla célula en mi cuerpo que sea suicida o que quiera morir”, declaró la mujer a la revista PEOPLE. “Quiero vivir. Ojalá hubiera un cura para mi enfermedad pero no la hay”.
Brittany unió fuerzas con una organización llamada Compassion and Choices, la cual defiende la eutanasia. Ella afirma que pasará este último mes peleando para que otros tengan también derecho a morir de una forma digna.
“Tener la opción de escoger cómo irte con dignidad es menos aterrador”, afirma.
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