Ayuda a tirar abajo una «muralla de células» que protege a estos tumores, aumenta la efectividad de la quimioterapia en un 50% en ratones y ya está siendo probado en humanos .
La vitamina D es esencial para que los huesos absorban calcio y se desarrollen. No es muy frecuente en los alimentos, pero está presente en los pescados grasos (atún, salmón, caballa), y en otros alimentos como los champiñones, el queso y las yemas de los huevos. Además, el cuerpo es capaz de producirla a partir de un precursor cuando la piel se expone al sol y de ahí resulta que tumbarse al aire libre pueda ayudar a frenar la osteoporosis y el raquitismo.
Aparte de todo esto, la vitamina D es una molécula liposoluble, lo que quiere decir entre otras cosas que es capaz de atravesar las membranas celulares (algo así como una pared elástica que las separa del exterior) y que es reconocida por algunos receptores de las células. Aprovechándose de esto, un grupo de investigadores del Instituto Salk ha modificado la estructura de esta molécula para atacar a las células del cáncer de páncreas: gracias a ella han conseguido que los medicamentos antitumorales entren en las células y puedan hacer su efecto. Los hallazgos han sido publicados en la prestigiosa revista «Cell».
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