EEl nuevo término que más acuñan los estudiosos de la obesidad se llama «infectobesidad». Es la última teoría para explicar por qué la balanza mundial se va inclinando peligrosamente a favor de las personas con sobrepeso. Y, sobre todo, por qué algunos afortunados son capaces de mantener la línea, sin reparar en las calorías que ingieren y sin perder tiempo en el gimnasio.
Hasta ahora la paradoja se ha intentado justificar con la genética. Si alguien podía comer sin tasa, sin miedo a engordar era por sus privilegiados genes. Pero esta explicación no parece tampoco suficiente. «Los genes no lo aclaran todo. Se han identificado pocos relacionados con la obesidad y nos estamos dando cuenta de que la genética, en realidad, puede explicar poco», asegura José Manuel Fernández-Real, investigador del Hospital Josep Trueta de Gerona y miembro de la Sociedad Española para el Estudio de la Obesidad (Seedo).
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