MIGUEL G. CORRAL Madrid . 26/11/2013 .
A mediados del pasado mes de septiembre María Blasco, directora del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), y Antonio L. Andreu, director del Instituto de Salud Carlos III, recibieron una carta en la que una ciudadana con un caso de cáncer muy cercano preguntaba incrédula por qué se financia con fondos públicos un sistema de ensayos clínicos en el CNIO al que no tiene acceso un enfermo de cáncer (pongamos de Sevilla), a no ser que llegue a él a través de un hospital privado y previo pago de una gran cantidad de dinero. «Lo que no entiendo es cómo con dinero público, médicos del sistema público e investigadores del sistema público se realizan ensayos clínicos en hospitales privados y no en los públicos», decía la carta. Esta señora, que prefiere no ser citada, aún no ha recibido respuesta alguna.
Pero su queja no está muy alejada de la realidad. En 2009, el centro nacional de referencia del cáncer anunció la puesta en marcha de su programa de investigación clínica -dirigido por el doctor Manuel Hidalgo- gracias a un acuerdo firmado con el Hospital Universitario de Fuenlabrada, gestionado por la Comunidad de Madrid. La puesta en marcha de esta iniciativa requirió de una inversión pública de algo más de 12 millones de euros, según el informe de auditoría del programa firmado por CET auditores y en poder ahora del Ministerio de Sanidad.
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