Quizás dentro de no muchos años, cuando un paciente con cáncer entre en la consulta, su oncólogo no le pregunte en qué tejido tiene el tumor. Es posible también que los pacientes con tumores de pulmón sean tratados con los mismos medicamentos que otros afectados con cáncer de mama o de próstata. Porque cada vez más evidencias señalan que la huella genómica del tumor, sus mutaciones, importan más que el tejido en el que se origina.
La última de estas pruebas procede de un ambicioso proyecto internacional, el Atlas del Genoma del Cáncer (TCGA, según sus siglas en inglés), 18 de cuyos estudios científicos van a ver la luz próximamente en varias revistas científicas, incluidos cuatro de ellos recién publicados en 'Nature Genetics'.
Tras analizar 3.000 muestras procedentes de pacientes con 12 tipos de cáncer diferentes, investigadores del Memorial Sloan Kettering Cancer Center de Nueva York (EEUU) y otras instituciones, lideradadas todas ellas por el Instituto Nacional del Cáncer (NCI), acaban de ratificar algo que ya se venía observando en trabajos previos: tumores originados en tejidos muy diferentes comparten más características genéticas de lo que se podía sospechar hace unos años.
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